Tenue
la luz que alumbra su cuna emocional,
se
ha perdido en el silencio del tiempo muerto.
Sus
recuerdos vagan en el anhelo del pasado,
y sus lágrimas se vierten en moldes de dolor.
Apenas palpita su corazón para conservarle la vida.
En
letargo de días menguó su sonrisa de
miel,
y su mirada se extravió en amaneceres grises,
arrebatada
por vacíos del alma en pena.
No
más eco en su morada que el desconsuelo,
acompañado
de un mecer instintivo, sin sentido.
Olor
a muerte en vida plena su desgarrado atavío,
sin
esperanzas en la entrada de su aposento.
Vida,
muerte, ¿Qué más le da a la princesa?
El
romance con renuevo no fue creado para
ella.
Mujer
de mil facetas, menos enamorada doncella.